Polonia es un país extremadamente bello, animado y asequible, con una historia increíble, castillos de cuento de hadas y numerosos lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. A pesar de ofrecer una experiencia maravillosa, Polonia suele pasarse por alto como destino. Polonia es perfecta para viajes interrail, ya que ofrece una gran vida nocturna y gastronomía a un precio muy asequible.

El país natal del Papa Juan Pablo II, Marie Curie y Nicolás Copérnico es un firme testigo de la historia europea de la época nazi, que puede verse en el campo de exterminio nazi de Auschwitz, el mayor de su clase, es donde perdieron la vida 1,5 millones de personas durante la Segunda Guerra Mundial. Las poderosas lecciones que la historia nos ha enseñado también pueden verse en el Museo de la Segunda Guerra Mundial de Gdansk, uno de los mejores museos del país, así como en el Museo del Alzamiento de Varsovia, un museo que sirve de homenaje a los valientes varsovianos que lucharon y murieron por la independencia de Polonia. El levantamiento polaco duró 63 días y fue el mayor movimiento de resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. 

Polonia es también un país de bellos paisajes: preciosas playas en el norte e impresionantes montañas en el sur. También es uno de los países de la UE más propicios al autostop, y el Parque Nacional de los Tatras, protegido por la UNESCO, es un gran destino para el senderismo. 

Las comidas polacas son bastante copiosas, y sus ingredientes principales son las patatas, las carnes, la col y las especias. En el país también abundan los postres tradicionales, como el Paczki (rosquilla polaca) y el makowiec (pastel de semillas de amapola). Para saborear la Polonia de todos los días, visite un Bar Mleczny (Bar de Leche) que sirve abundantes pierogis, sopas caseras, mucha carne y cerveza local, todo ello a un precio muy razonable.